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sábado, 13 de agosto de 2011

EL TREN

      Dicen que el tren de las buenas oportunidades solo pasa una vez en la vida. A lo sumo dos. Qué o lo tomas o te arrepentirás toda tu existencia. Si lo dejas escapar, con el tiempo te recriminarás  que fue el mayor de tus errores, ya que te podría haber proporcionado cosas inimaginables que nunca sabrás ni experimentarás. A veces esos trenes de las buenas oportunidades son difíciles de visualizar. Vienen camuflados a nuestros ojos humanos. Son invisibles a nuestra percepción y nuestros sentidos. En rara ocasiones podemos verlos venir de frente. Es por eso que debemos afinar nuestros oídos y entrenarlos para que cuando pase el tren de las valiosísimas oportunidades, podamos distinguir el atrayente sonido que hace su locomotora de vapor al rugir y nos dé tiempo a subirnos a él. A veces el sonido que hace es tan leve que requerirá que nos tumbemos en las mismas vías y peguemos el oído al suelo para saber con exactitud cuando se aproximará a nuestra estación y no nos pille de sorpresa y se nos vaya. Y aunque el tren pase por nuestra estación, no siempre parará en ella. En la mayoría de los casos requerirá que salgamos a correr detrás de él, que tengamos que correr a zancajos limpios, mientras tenemos que esquivar mala hierba, afiladas piedras y terrenos desnivelados a la misma vez que fangosos. El tren de las buenas oportunidades pasa con tan poca frecuencia por las vías de nuestras estaciones que muchos se desesperan y tiran la toalla. Para cogerlo hay que estar preparados, tanto física como psicológicamente. Tenemos que estar preparados para lo que nos pueda venir. En muchos casos esos trenes nos alejarán de nuestras familias y amigos, de nuestras costumbres y países, incluso de nuestra lengua materna. Pero si de verdad merece la pena, saldremos a cogerlo sin mirar atrás, sabiendo que el camino elegido es el que más nos conviene y el más gratificante. ¡QUE TU TREN NO SE TE ESCAPE NUNCA!