Todavía lo recuerdo en mi cabeza como si fuera ayer, y eso que han pasado ya varios meses. Nunca olvidaré ese 9 de Septiembre de 2011. La hora de la verdad había llegado y tenía que enfrentarme a esa situación de la mejor manera posible para salir airoso. Toda mi vida preparándome para ese preciso momento tan importante. Minutos antes de mi entrada me sentía como un torero. Un torero que estaba a punto de entrar al ruedo a matar. Un ruedo en el que estaría completamente solo ante el peligro, y para colmo, no tendría barrera de protección. Ya no había vuelta atrás ni momento para ensayos.
Salí de mi oficina (sí, porque tengo una) 10 minutos antes de la hora que empezaba mi clase. Sí, me dirigía a clase, pero esta vez no me refugiaría detrás de ningún pupitre para tomar notas e intentar pasar lo más desapercibido posible, tal y como el resto estaba a punto de hacer. Esta vez sería bien diferente. Tan diferente que todas las miradas se dirigirían hacia una sola persona que yo conocía perfectamente. Ese era yo. Al llegar a las proximidades de la clase me paré de lleno. Sabía que era un momento crucial que me acompañaría el resto de mi vida y era muy consciente de ello.
Estuve un rato de pie al lado de un ascensor. Me temblaban las piernas y me sudaban las manos. Mi boca estaba completamente seca, sin una sola gota de saliva. Y mi corazón… bueno, mi corazón latía más que nunca. Estaba a 1000 por horas y retumbaba tanto que cualquiera que pasase por mi lado, podía escucharlo. Solo tenía 5 minutos para relajarme, así que la mayor parte de ese tiempo lo pasé haciendo un ejercicio de respiración para tranquilizarme. Sentía el miedo muy dentro de mí. Ese miedo paralizador que te deja completamente bloqueado y totalmente fuera de juego. Al igual que cualquier torero, sabía que no podía entrar nervioso al ruedo porque podrían notarlo y aprovecharse de mi debilidad. Así que en esos minutos previos a mi gran entrada, escondí por completo mi miedo, bebí agua y me dirigí allí.
En 20 segundos llegué a mi destino. La clase era la 324 de Mackinnon Building. A través del cristal de la puerta pude ver por primera vez las caras del enemigo. La gran batalla estaba a punto de comenzar y la derrota no era una opción para mi. La clase estaba abarrotada. Había aforo completo. Cuarenta y cinco estudiantes. Noventa ojos a punto de analizarme de arriba abajo. Respiré profundamente, cogí el pomo, lo giré y entré. “Good morning” espeté en un claro acento británico. “Is this Hisp 1100?” pregunté para estar completamente seguro de que no me equivocaba. Hisp 1100 era el código de mi asignatura. Una alumna me afirmó con la cabeza de que así se trataba. Entonces, el silencio se apoderó de la clase. Todo el mundo calladamente observaba cuidadosamente mis movimientos . Me dirigí hacia la mesa más grande, aquella que estaba en primera fila, la mesa del profesor, y solté todo lo que llevaba en mis manos sobre ella (libros, notas, fotocopias…).
Para muchos de aquellos estudiantes canadienses era su primera clase en la universidad, así que como modo de introducción les di la bienvenida al mundo universitario en inglés. ¡¡¡WOW!!! ¡Yo dando la bienvenida! ¡Encima en la lengua de Shakespeare! En un solo segundo recordé una de las asignaturas que tomé en 3º de carrera en la Northumbria University cuando vivía en Reino Unido. La asignatura se llamaba TESOL (teaching English to speakers of other languages) y se enfocaba en la enseñanza del inglés a hablantes de otras lenguas. En esa asignatura estudié los diferentes roles que podía adoptar un profesor de idiomas. Para mi clase de español tomé el rol de profesor controlador, que era el rol con el que más a gusto me encontraba. Así que después de dar la bienvenida, les dejé bien clarito quién mandaba y cuáles eran las reglas del juego. De quién mandaba se dieron rápidamente cuenta cuando les dije que los ordenadores portátiles estaban completamente prohibidos en mis clases. ¿Qué profesor en una universidad pública prohíbe los portátiles para tomar notas? ¡¡YO!! En la University of Guelph los portátiles en clase están aceptados, sin embargo, cualquier profesor puede prohibirlos si lo ve conveniente. Yo lo vi así al darme una simple vuelta por la clase y percatar que la mitad de mis alumnos que tenían portátiles estaban en Facebook. Prefería que no tuvieran portátiles para que se concentraran en la clase. ¿Dónde ha quedado el lápiz y el papel?
El segundo punto de discordia vino cuando les dije que estaba completamente prohibido comer en mi clase, quedándose todos de piedra. En la University of Guelph está completamente permitido comer en cualquier clase. Así lo dice los estatutos de la universidad. Yo sería profesor principiante, pero eso no me convertía en permisivo y blandengue. Hubo alguno que otro que me reprochó, a lo que contesté que esto no era el patio del recreo del instituto y que debían respetar mis reglas, para eso era yo el instructor. El miedo del principio desapareció completamente, reafirmándome en mi posición de tipo duro. Ni temblaba como en el pasillo, ni mi corazón estaba a 1000 por horas. Mi reinado había llegado y no estaba dispuesto a que nadie me reprochase. JAJAJA *Risa maquiavélica*.
Tenía que ser un profesor duro desde el minuto 0, ya que al observar ellos mi rostro sabían que yo no era mucho más mayor que ellos. Después de detallar mis reglas, les hablé de los libros que necesitarían, de la metodología que seguiríamos, de sus obligaciones, de los exámenes y trabajos que tendrían, etc… Ni que decir que la clase se me pasó enseguida. Aquí en esta universidad cada clase dura solo 50 minutos, ya que los otros 10 minutos restantes son utilizados por los estudiantes y profesores en el trayecto de una clase a otra. ¡¡Resumiendo, mi primera clase fue todo un éxito!! Con el paso del semestre, aflojé mi dureza y fui bastante más simpático y considerado que en la primera clase. Esta primera clase era mi punto de partida, o me ganaba su respeto o lo perdía para siempre. Desde luego que lo gané. Me enorgullece informaros de que de los 45 alumnos que he tenido en esa clase de español para principiante, solo 3 suspendieron y fue por lo poco que se esforzaron. La gran mayoría obtuvo grandes notas, por lo que me siento muy orgulloso de ellos. Casi siempre al final de cada clase, todos pasaban por mi lado y me daban las gracias. Esto es algo cultural, normal en el mundo anglosajón. La verdad es que me gustaba porque me sentía valorado y respetado por todos ellos.
Esta no era la única clase que tenía a mi cargo, pero sí la más multitudinaria y la que veía más veces por semana, concretamente tenía 3 clases con ellos. Tuve 6 grupos diferentes más. Estos ya no eran estudiantes principiantes de español, sino que eran de intermedio. A estos los veía solo una vez a la semana y les daba “los seminarios”, que son clases más pequeñas (max. 15 alumnos) enfocadas a desarrollar su fluidez en nuestro idioma, o sea, clases más practicas, más conversacionales. Las clases con los alumnos de primero era teoría pura y dura, gramática de la lengua española, y estas clases se las conoce como “lectures”. Además de mis 9 horas de clases semanales, tenía varias horas de despacho o tutorías. Poco alumnos llegaron a venir a mi oficina, así que la mayoría de esas horas las pasaba o en internet haciendo lo que quería o preparándome las clases siguientes. En total, cada semana trabajo una media de 15 horas con un sueldo de 1600 dólares al mes.
En cuanto a la Universidad solo puedo decir que es super moderna y dinámica. Cumple completamente la visión que tenemos los españoles de lo que son las universidades Norteamericanas. Qué si hermandades, que si animadoras, grandes extensiones de césped donde echarse cuando hay sol, jugadores de football americano por doquier, fiestas de disfraces en casas americanas, etc. Ved el siguiente video, que es el video presentación que usa la University of Guelph para captar nuevos alumnos. [Traducción: "Siempre me han contado que ir a la universidad puede cambiar mi vida. De hecho, estudiar en la University of Guelph realmente cambiará tu vida y la vida de todos los estudiantes que se matriculan aquí. Compruébalo por ti mismo"].
Con mis compañeros me llevo genial. Hay muchos más profesores visitantes de otros países que cambian cada año, más los profesores titulares que son permanentes. En cuanto a los profes visitantes, que son con los que yo me junto más, hay dos chicas de Alemania, dos chicas de Francia, una chica de Brasil, un chico de Italia y una chica de México que se llama Coral y era con la que compartía oficina hasta que se tuvo que ir por asuntos personales. En su lugar ahora viene un chico mexicano que será mi nuevo compi de oficina. Con todos me llevo espectacularmente. Tenemos edades diferentes, aunque no hay mucha diferencia. Los profes mayores tienen alrededor de treinta y pocos años, y los más jóvenes, entre los que yo me encuentro, tenemos alrededor 22 años. Yo me llevo 10 años con algunos, pero en cuanto a buen rollo y compañerismo estamos todos en la misma página. Todos nos juntamos con todos. Con mis compañeros he compartido comidas, viajes, reuniones, juegos, risas, fiestas y conversaciones muy profundas e interesantes. La verdad es que hacemos un grupo muy bueno.
Os dejo algunas fotos y videos.
Saludos
Postdata: Quiero mandar un gran saludo a todos mis amigos que conocí en Madrid en el curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo este agosto pasado (Laura, José Pedro, Nuria, Evelin, Rocio, Emilio, Antonio Jesús y Claudia). También un saludo especial a la Peña Remolino.
POR CIERTO, MAÑANA ME VOY A NUEVA YORK. ¿¿ENVIDIA?? JEJE ¡¡¡¡ESTARÉ ALLÍ 8 DÍAS!!!!
¡¡YA OS CONTARÉ!! ;)
Así de movida fue la apertura de este curso académico 2011-2012.
VED ESTE VIDEO HASTA EL FINAL. ESTO SOLO PASA EN UNA CLASE DE UNA UNIVERSIDADES NORTEAMERICANA.
Alumn@s de uno de mis seminarios de Español nivel intermedio.
Alumnas de uno de mis seminarios de Español nivel intermedio.
Alumn@s de uno de mis seminarios de Español nivel intermedio.
Mi despacho. Ahora las paredes están decoradas con posters.
Cartelito de mi despacho.
Mackinnon Building, edificio donde está mi oficina y donde imparto mis clases.
Mackinnon Building, edificio donde está mi oficina y donde imparto mis clases.
Johnston Hall, el edificio más emblemático de la University of Guelph.
Creelman Hall
Creelman Hall
Camino que recorro todos los días para llegar a mi lugar de trabajo.
Después de una cena oficial con algunos miembros del Departamento de Lenguas y Literaturas. Los más jóvenes son los profesores visitantes. Los más entrados en edad, los profesores titulares o permanentes.
Con los estudiantes del Master de Estudios Latinoamericanos.
Evento que conmemora la apertura del año académico 2011-2012
Evento que conmemora la apertura del año académico 2011-2012
Animadoras. Evento que conmemora la apertura del año académico 2011-2012
Wooo, qué guay! José Luis el duro! jajaja ya me gustaría verte a ti poniéndote serio delante de una clase, que por cierto, mis clases en la facultad duran lo mismo: 50 min + 10 min de cambio de clase.
ResponderEliminarSe te echa de menitos por aquí! disfruta mucho de NY, que seguro que lo harás y ya nos contarás a tu vuelta y ya te contaré yo qué tal el curso que la verdad que este año está siendo genial.
¡Un besazo!
ERES UN GENIO TIO TE ENVIDIO SANAMENTE,SIGUE ADELANTE,UN GRAN BESO DESDE ESPAÑA
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